A lo largo de la vida nos vemos envueltos en luchas, a veces buscadas o a veces encontradas. Pueden ser vitales o menores. Tenemos luchas internas o externas. Luchamos por intereses propios o por intereses comunes. Lidiamos en campos de batalla de todo tipo. Podemos combatir solos o acompañados. Sabemos que al iniciar un conflicto seremos vencedores o vencidos.
Hay contiendas en las que si no participamos nos podemos arrepentir y hay otras en las que no merece la pena intervenir. A ellas nos presentamos pertrechados de armas, todas quizás válidas ya que, como bien es sabido, «en la guerra y en el amor todo vale». Sin embargo, al concluir la lucha nos sentiremos mejor si hemos empleado armas que respalden nuestros principios e ideales. Lo importante de una lucha no es ella en sí misma sino lo conseguido tras terminarla. Lo seguro es que una vez finalizada habremos cambiado.
Sus luchas
Mi padre nunca fue de Papa Noel, ni de árbol de Navidad, ni de Halloween. Mi padre siempre fue de Reyes Magos, de Portal de Belén y de día de Todos Los Santos. Siempre luchó porque las tradiciones españolas y católicas prevaleciesen. Decía que Papa Noel, el árbol de Navidad y Halloween eran unas “Americanadas” o “Eran cosas de los Yankis” y que España tenía que mantener sus tradiciones.
A pesar de su lucha contra la «intrusión» de tradiciones americanas, mi padre no pudo evitar que su nieto Miguelin se disfrazase en varias ocasiones para víspera del día de Todos Los Santos. Mi padre entendía que los chavales se divirtiesen disfrazándose en esa noche porque, al fin y al cabo, eran niños. De hecho Miguelín se disfrazó este pasado 31 de octubre y consiguió dar mucho miedo. Seguro que mi padre si lo hubiese visto de esa guisa hubiese hecho aspavientos y gestos de estar asustado.
Lo que mi padre no entendía es que los adultos no respetasen el sentido de recogimiento de esa noche tan especial, esa noche en la que el pensamiento, el corazón y el alma deben recordar y sentir a los seres queridos fallecidos.
Ya de adulto, y durante muchos años, mi padre seguía escribiendo su carta a los Reyes Magos. Introducía las cartas en unos sobres que iban dirigidos a una dirección de algún lugar de Oriente con código postal (00000).
Eran unas cartas llenas de ternura y de inocencia, las escribía el niño que siempre llevó dentro. En primer lugar, y siempre en clave de humor, pedía alguna cosa material como sellos, libros, piezas de Meccano o algo de ropa. Pero la mayor parte de la carta era para pedir salud y felicidad para su “curri“ o “titis” y para su “nene” y sus “nenas”. Si en la época que escribía las cartas mis hermanos o yo teníamos algún novio o novia, o incluso marido consorte, también mi padre pedía por ellos a Sus Majestades. Tampoco se olvidaba en esas cartas de nuestras mascotas, en mi casa siempre gatunas, Ulyses y Pitusa.
Cuando vivíamos en Tarrasa mis padres, mis hermanos y yo esculpimos en barro las figuras de un Portal de Belén. Después de moldearlas y pintarlas con temperas, quedó un Portal de Belén muy bonito. Mi padre estaba muy orgulloso de una oveja que hizo porque decía que tenía
“mucha cara de oveja”
Ese portal de Belén estuvo acompañando nuestras Navidades durante muchos años. Más tarde en Zaragoza, cuando mis hermanos y yo fuimos más mayores, montábamos un portal de Belén más pequeñito que era de escayola y que nosotros mismos pintamos con betún de Judea.
Aunque mi padre no estuviese de acuerdo con las tradiciones americanas que se iban paulatinamente implantando en España, envidiaba a los americanos por el respeto que tenían hacia su patria y su himno. Y es que mi padre siempre luchó para que España fuese una e indivisible y para que cualquier manifestación de ser español fuese respetada. Siguiendo esos ideales, se hizo de la ideología de la Falange Española de las JONS.
Estaba orgulloso de ser falangista pero sobre todo admiraba al fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia, que fue «un aristócrata de nacimiento, un abogado por vocación y un político por necesidad«. José Antonio llevaba un poeta dentro y eso imprimió a la Falange un aire lírico y vanguardista.
«Ser joseantoniano», como lo era mi padre, significaba, según el catedrático y periodista Enrique de Aguinaga, «entender a José Antonio, por encima de cualquier bandería, como patrimonio de todos los españoles, fuente de ética, que nos propone, sobre las accidentalidades políticas, una profunda manera de ser, un estilo de vida, en el que la acción se somete a la inteligencia y se proclama el antiguo e ilustre sabor de la norma. Y todo ello, encuadrado en una portentosa personalidad, concentrado en una brevísima vida pública y culminado por un testamento estremecedor”.
Los ideales falangistas no sólo eran ideales políticos sino también ideales de vida. Mi padre no sólo creía en esos ideales, sino que luchó para que no cayesen en el olvido. Su trayectoria como militante en La Falange tuvo altibajos a lo largo de los años.
A partir de 1985, año en que nos fuimos a vivir a Tarrasa, mi padre prácticamente perdió el contacto con los camaradas de La Falange de Madrid. Seguía estando en FE de las JONS y cuando iba a Madrid se pasaba por la Calle Silva n⁰2, e incluso una vez, allá por el año 1994, fue a la redacción del “YA”, situada en la calle Virgen del Puerto de Madrid, y tuvo ocasión de saludar a Gustavo Morales Delgado que entonces era el Jefe Nacional de La Falange.
En el año 1996 mi padre volvió otra vez a Madrid y para entonces era Jesús López Martín el nuevo Jefe Nacional. Mi padre habló con él y estuvo en un Congreso posterior en Madrid. Además, en Madrid estuvo dos veces en sendas manifestaciones con Jesús López Martín como Jefe Nacional.
Luego la Falange fue escondiéndose, primero con José Fernando Cantalapiedra y después con Norberto Pico Sanabria como Jefes Nacionales. Mi padre contó que la relación de Norberto Pico, el Jefe Nacional de la Falange desde 2011 a 2018, con los camaradas de La Falange zaragozana era tirante. Ante esta situación, mi padre y el resto de camaradas de Zaragoza se dieron de baja de FE de las JONS.
Entonces se les ocurrió, como forma de buscar una vía intermedia, el formar el Movimiento Falangista de Aragón (MFA) dentro del Movimiento Falangista de España (MFE). Así, estuvieron en Madrid visitando al presidente de MFE, Antonio Jareño. Y él, a su vez, les visitó en Zaragoza.
Mi padre y sus camaradas de Zaragoza inauguraron una sede en la que se reunían. Era un local en el pasaje comercial de la calle Cereros esquina con la calle María Agustín de Zaragoza. Mi padre se implicó con mucha ilusión en este proyecto. La sede sufría continuos ataques gratuitos y pintadas en la fachada de vándalos que no tendrían nada mejor que hacer en ese momento. Aún así, mi padre y sus camaradas no desistieron.
Sin embargo, en La Sede no todos participaban ni colaboraban en la misma medida por lo que empezaron a surgir divisiones internas. Era un tema que a mí padre le entristecía mucho. Él actuó en todo momento de forma conciliadora ante esta complicada situación. Y es que ser moderado era una característica que sus amigos y camaradas Joan y Pilar siempre destacaron de él. A pesar de todos los esfuerzos por mantener abierta La Sede, ésta cerró sus puertas después de un año de actividad. Como consecuencia de todo, mi padre se dio de baja del MFE.
En el día a día mi padre tenía muy presente a La Falange. Recuerdo que cuando hablaba por teléfono con algún camarada suyo siempre se despedía diciendo “CAFE”. Mis hermanos y yo al principio no sabíamos porque mi padre utilizaba esa palabra. Luego nos contó que la palabra “CAFE” correspondía a las siglas que encierran la frase “Camaradas, Arriba Falange Española”. Nos decía que la usaban los sublevados en los días previos al alzamiento para eludir la vigilancia de las autoridades republicanas.
Siempre que pudo le gustó celebrar el 18 de julio, fecha señalada en el calendario de la familia falangista, y que conmemoraba el Alzamiento Nacional contra el gobierno de la Segunda República Española el 18 de julio de 1936.
Me comentaba un camarada amigo suyo, Jesús M. , que la última vez que celebraron esa fecha comieron con otro camarada, Fernando L. , en un bar de la calle León XIII de Zaragoza. Dice Jesús M. que el bar estaba lleno de camaradas y que en cierto momento cerraron el bar al resto de clientes para poder entonar el himno de la Falange. Dice que ese día todos ellos, y mi padre en especial, gozaron de lo lindo.
Cuando era el 20N (20 de noviembre), fecha en la que se conmemoraba el aniversario del fallecimiento de José Antonio Primo de Rivera (fallecido el 20 de noviembre de 1936) y el aniversario del fallecimiento de Francisco Franco (fallecido el 20 de noviembre de 1975), mi padre y sus camaradas iban a la misa que se celebraba en su honor a las 20:15 horas en la Iglesia de Santiago de Zaragoza.
Disfrutaba muchísimo en esas misas y cuando salían de la iglesia normalmente se concentraba en frente de la calle una manifestación anti-falangista y anti-franquista, lo cual, según mi padre, daba más vidilla al evento. Para el 20N de algunos años mi padre y su amigo Jesús M. publicaban esquelas, tanto de José Antonio Primo de Rivera como de Francisco Franco, en el periódico “El Heraldo de Aragón”.
Mi padre acudió en numerosas ocasiones a la Sierra de Alcubierre, situada en el límite occidental de los Monegros, para rememorar La Gesta Falangista que allí tuvo lugar el 8 de abril de 1937. Los falangistas peregrinaban cada año a esa serranía para rendir homenaje a 60 de los suyos que dieron su vida custodiando la posición de San Simón. Gracias a dicho acto, de sacrificio y generosidad, el ataque enemigo no alcanzó Zaragoza.
Tenemos en casa una cinta de vídeo en formato VHS que hemos podido visualizar y que data del año 1999. En ella aparecen mi padre y camaradas suyos, como Andrés P. y Manolo C,. asistiendo al homenaje celebrado ese año en la Sierra de Alcubierre. Recuerdo que a mi padre le alegraba mucho asistir a este tipo de conmemoraciones con su camisa azul mahón. Allí podía ensalzar libremente su vena patriótica y reafirmar sus ideales políticos y vitales.
Durante un tiempo gestionó la lotería de La Falange en Zaragoza junto con su camarada Manolo C. Recuerdo que andaba siempre liado con los talonarios y las papeletas. Solía tener familiares, amigos, conocidos y «compromisos» a los que venderle lotería por lo que los talonarios enseguida le volaban de las manos. Con el tiempo dejó de involucrarse en la gestión de la lotería porque le suponía mucho quebradero de cabeza llevar todo el tema de la gestión de cobros.
El 20 de marzo de 2007, La Junta Nacional de Recompensas de La Falange acordó por unanimidad conceder a mi padre La Palma Verde como
“recompensa a su espíritu de servicio y sacrificio, así como a su voluntariedad, buen hacer y humildad demostradas en el cumplimiento de los servicios a él recomendados, agradeciéndole especialmente su fidelidad a La Falange»
Mi padre estaba muy orgulloso de haber recibido esa distinción que le fue impuesta por José Fernando Cantalapiedra en el Congreso de Madrid.
Escribió varios artículos para “La Revista Unidad Falangista”. Dicha revista se editaba bajo la supervisión de los camaradas Marian y Carlos, un matrimonio que vive en Jaén. Entre los artículos más destacados que publicó mi padre están:
-“La banca desde nuestra perspectiva”
-“Acerca de las pensiones”
–“¿Qué es el NacionalSindicalismo?”
se publicaron unas emotivas palabras en “La Revista Unidad Falangista”:
”Como jefa nacional de la de la plataforma para la Unidad Nacional de Falange, siento comunicar la triste noticia del fallecimiento de nuestro delegado nacional de prensa, el camarada Francisco Morillo Pérez. Haya dónde estés camarada, guíame y ayúdame a seguir adelante. Un excelente camarada y gran español. Camarada Francisco Morillo ¡¡¡Presente!!! «.