Pocuelo (parte IV)
Tenemos que dejar el salón del chalet de Pozuelo de Alarcón, no sin antes hacer referencia a unas dotes cantarinas que mi hermana Irene y yo desarrollábamos en algunas de las veladas que hacíamos en el rincón de la chimenea, del sofá y los dos sillones, de la televisión, de la mesa de madera y de las estanterías de escayola repletas de libros. Éramos sólo un dúo porque a mi hermana Patricia le daba vergüenza cantar y mi hermano Nacho era muy pequeño en esa época.
Así que el dúo formado por dos de las «trililis” se ponía a cantar delante de la chimenea, mirando hacia los sillones en los que estaba nuestro publico formado, basicamente, por familiares y amigos. No llevábamos ningún guión aprendido. Simplemente improvisábamos. Simplemente nos mirábamos la una a la otra y ya sabíamos qué canción teníamos que cantar ¡Parecía que nos daban cuerda! ¡Teníamos un repertorio interminable de canciones! Cantábamos música del momento o de hacía años. Todo era valido ¡Y además bailábamos a la vez que cantábamos!
Al final de la actuación, el publico entregado aplaudía y nosotras, emocionadas, hacíamos la reverencia de agradecimiento ante tal demostración de aprobación a nuestro espectáculo. Sólo hacíamos esas actuaciones allí. Sólo cantábamos y bailábamos en aquel sitio de nuestro recreo.
Muchas de nuestras actuaciones las hacíamos antes de acudir a la Misa del Gallo para hacer tiempo, y entretenernos, en ese intervalo de tiempo que había entre la cena de Noche buena y la Misa del Gallo. El nombre de esta misa tendría su origen en el inusual horario del acto, poco antes de que cante el gallo. Todas las Noches Buenas, al punto de la media noche, estábamos en la iglesia celebrando la noche previa al nacimiento de Jesús. Las misas del Gallo en Pozuelo de Alarcón eran especiales, como todo lo que se hacía en Pozuelo. Solíamos ir a la iglesia del colegio de mis primos Jesús y Mario. A veces cantaban en el coro mi tía Monicha y mis primos.
En la Misa del Gallo las canciones del coro se entrelazaban entre las dos lecturas y el evangelio que se centraban en la narración del nacimiento de Jesús en Belén. Tanto al principio como al final de la celebración se cantaban villancicos. Todo se vivía con un espíritu jocoso y a su vez de recogimiento. Eran sensaciones que se vivían pero difíciles de expresar en palabras. Alrededor tuyo, todo el mundo se sentía igual….invadido por una espíritu de felicidad.
Después de la la misa, en una de las estancias de la Iglesia, se preparaba un ágape con los dulces típicos navideños: turrones, polvorones, mantecados, mazapanes…y regresábamos al chalet a las tantas de la madrugada, lo que para mis hermanos y para mí era muy emocionante porque no estábamos acostumbrados a trasnochar.
Seguimos adentrándonos en las diversas estancias del chalet de Pozuelo de Alarcón y, dejando la planta baja, subimos a la segunda planta. Para acceder a la segunda planta había una escalera por la que subíamos y llegábamos a una planta teóricamente más tranquila en la que estaban los dormitorios, un baño más amplio que el que había en la planta baja y el despacho de mi tío José Mario.
Y digo teóricamente que era más tranquila porque era la planta de los dormitorios, de la noche, del descanso. Pero a veces esa planta rompía su silencio y es que el suelo era parquet y cuando caminabas sobre él se oía la madera crujir.
También, por las noches, cuando todo estaba en silencio, se oían los cuartos, las medias y las en punto que marcaban un reloj de pie que había en esa planta y otro que había en el salón en la planta de abajo. Mi padre se encaprichó de esos relojes y más adelante compró unos parecidos para nuestra casa en Zaragoza, afianzando así, y como comenté en otro capítulo de este blog, su afición por los relojes.
Otras veces el silencio de esa planta pasaba a segundo plano por otros motivos. Y es que mis primos dormían en el mismo dormitorio y algunas veces tenían las típicas discusiones que hay entre hermanos. Una discusión que escuchamos mis hermanos y yo desde nuestros dormitorios fue por una segueta. Mis hermanos y yo no entendíamos que era una segueta por lo que no entendíamos nada.
Luego supimos que una segueta es una herramienta cuya función es cortar o serrar, principalmente madera o contrachapados. Esta herramienta está formada por una estructura metálica en forma de arco, con un mango de madera y un «pelo» como elemento de corte. El pelo se sujeta a la estructura metálica por medio de unas palomillas. Supongo que mis primos, aquella noche, tendrían que hacer algún trabajo de marquetería para el colegio y la segueta se convirtió en el objeto del conflicto.
Y es que mis primos son muy diferentes entre sí. Ya comenté hace dos capítulos que mi primo Mario es barítono profesional, es más extrovertido y muy de la «farándula», como decía mi padre. Mi primo Jesús es médico, y completó la Licenciatura de Medicina en la Universidad Complutense de Madrid, es introvertido y muy metódico, no en vano cursó la Diplomatura en Estadística en la Universidad Autónoma de Barcelona. Además realizó estudios de informática y programación, así como sobre el despliegue de sistemas de servidores de internet.
En la actualidad ejerce como investigador clínico. Sus técnicas de investigación se basan en datos observacionales que se recogen de las bases científicas. Sus métodos requieren un tratamiento estadístico más sofisticado que el tradicional, pero son más baratos y tan valiosos como los propios ensayos clínicos. Al respecto en una ocasión afirmó que:
“como sus métodos no requieren una intervención diseñada, la mano interesada de aquel que pueda decidir dónde dedicar los fondos es menos notoria o menos posible porque son datos de la vida real”
Aunque le gusta ir por libre y trabajar de manera independiente, en 2004 fundó la sociedad Medicest Servicios Científicos SL que primero se centró en la industria farmacéutica y alimentaria y, más recientemente, en investigaciones independientes. Su actividad principal consiste en el apoyo metodológico y técnico para la investigación epidemiológica y clínica en el desarrollo de nuevos procedimientos diagnósticos y tratamientos. Presta servicios de bioestadística aplicada, incluyendo el diseño de estudios sanitarios, cálculos de muestras adaptables y métodos de análisis avanzados, tales como el análisis causal o la adaptación y aplicación de procedimientos de aprendizaje automático e inteligencia artificial.
Durante la pandemia del Covid19 intervino en el estudio de impacto de un medicamento dedicado a los pacientes hospitalizados con neumonía severa. Aquellos pacientes que recibieron ese fármaco vivieron y estuvieron en la UCI menos días que los demás. También valoró las vacunas contra el Covid19 y dijo:
“Nunca me había encontrado que un tratamiento nuevo, una vacuna, se pueda desarrollar en un año. Las vacunas se empezaron a aplicar cuando los estudios estaban aún en fase 2, antes de terminar su desarrollo clínico. Pero a pesar de que no se conozcan sus consecuencias a largo plazo, el beneficio que pueda producir a corto plazo es mucho mayor. Mientras no aparezca una cepa tan agresiva como la primera y no exista una vacuna específica para esa cepa no hace falta vacunarse”
Vamos que, como diría mi padre, su sobrino Jesús era todo un «Calculín». Y es que Calculín era un personaje de historieta argentino creado por el dibujante García Ferré. Era un niño sumamente estudioso y aplicado en la escuela y estaba representado como un genio precoz con un libro abierto sobre su cabeza a modo de cabellera, gafas de aumento y una bata blanca.
Ahora entiendo, al tener a Miguelín, lo profundo que puede ser el amor de un tío a un sobrino y viceversa.