En este capítulo quiero dar las gracias a mi hermana Irene por hacer posible que cada martes pueda publicar un pedacito de la historia que mi padre construyó a lo largo de su vida. Una historia normal pero única. Mi hermana tiene en este proyecto tanta ilusión como yo. Ella y su pareja Dan crearon el dominio “El Gran Pakitin” para que la historia continuase. Los recuerdos son historia y la historia es para recordar.
De cuando Irene se mudó a Barcelona
Nada más licenciarse en 2002, mi hermana Irene empezó a trabajar en Barcelona. Aunque al final no se casó con Roger, el chico de altos vuelos de Barcelona, ella decidió que iba a demostrarse a sí misma que era capaz de vivir sola en Barcelona.
Curiosamente su primer trabajo en Barcelona fue en la empresa “Oligrup Publicidad, S.L.”, cuyo dueño era amigo de Roger. La que vale, vale, y fue contratada como administrativa por esta empresa. Desgraciadamente pesó más la amistad que el dueño de la empresa tenía con el ex de mi hermana y la relación laboral terminó al cabo de casi dos años de prestar sus servicios en esa empresa.
Mi hermana continuaba en su empeño de seguir en Barcelona. Y viviendo en un piso de la calle Abdó Terradas hizo mucha amistad con su vecino Ricardo. Mi padre llamaba a Ricardo, “El Gran Richardson”. Y es que mi padre, como un buen Pérez de los pies a la cabeza, ponía motes y sobrenombres siempre que se le terciara.
Ricardo trabajaba en un gimnasio, “El Arsenal”, uno de los gimnasios masculinos más innovadores y distinguidos de Barcelona. Un cliente del gimnasio, y muy amigo de Ricardo, tenía una empresa. Así que Ricardo puso en contacto a mi hermana Irene con el dueño de dicha empresa, llamado Manuel.
Enseguida, en marzo de 2004, mi hermana fue contratada para prestar sus servicios en la empresa del amigo de Ricardo. La empresa se llamaba “nosolodulce” y se dedicaba principalmente al negocio de los dulces personalizados. No en vano los dulces personalizados son uno de los soportes publicitaros más empleados por las empresas para atraer a sus clientes y crear recuerdo de marca.
En esa empresa mi hermana no sólo trabajaba de administrativa y contable, sino que incluso se encargó, ella sólita, de implementar la política de calidad y medio ambiente (UNE EN ISO:9001 Y UNE EN ISO:140001). Así, “nosolodulce” se convirtió en la primera empresa del sector del reclamo publicitario que obtenía dos certificaciones ISO.
Fueron cerca de 6 meses desarrollando todo el manual, procesos y registros. Mucho esfuerzo, mucho trabajo y muchas horas. No sin razón bromeábamos en casa diciendo que en vez de “nosolodulce” la empresa podría llamarse “nosoloirene”. Su jefe Manuel, al que mi padre llamaba “el negrero”, era un jefe duro, pero le dio a mi hermana la oportunidad de crecer profesionalmente.
En la época de “nosolodulce” mi hermana Irene comenzó a salir con un chico llamado Manel. Él era amigo de una amiga de mi hermana llamada Mireia. Ya se sabe que “los amigos de mis amigas son mis amigos”. En este caso fui yo, y no mi padre, quien apodó a ese chico “el fulares”. Y es que era un chico que iba muy elegante vestido, pero fuera invierno o verano su complemento de vestir era un fular anudado al cuello.
Era un buen chico, pero quizás mi hermana no estaba lo suficientemente enamorada de él y al final sus caminos se separaron. Eso sí, mientras estuvieron juntos viajaron mucho. Uno de los viajes del que mi hermana guarda muy buenos recuerdos es un viaje que hicieron a Grecia. No sólo guarda buenos recuerdos de ese viaje, sino que también guarda unas preciosas fotos de hermosos lugares de ese país.
De cuando Irene decide volver a Zaragoza
Mi hermana dejó de trabajar en “nosolodulce” en marzo de 2012. Su jefe Manuel lamentó mucho su marcha y le dijo a mi hermana: “Irene, siempre tendrás la puerta abierta de mi empresa si decides volver”.
Y es que mi hermana Irene creyó que ya era el momento de volver a su casa, a Zaragoza, con su familia que la esperaba con los brazos abiertos.
Mi padre estaba encantado de que mi hermana volviese a vivir con nosotros. Él no entendía qué hacía mi hermana viviendo en Barcelona una vez anulada la boda con su ex Roger. Quería que mi hermana volviese a su hogar y no estuviese sola en Barcelona y finalmente sucedió lo que mi padre tanto ansiaba.
Cuando mi hermana volvió a Zaragoza en 2012 estuvo en paro hasta que le surgió la posibilidad de ser vendedora de máquinas de Ósmosis para una empresa. La forma de remuneración que esa empresa hacía a sus empleados era por comisiones dependiendo de las ventas que cada uno realizase.
Aunque mi hermana era muy elocuente, ese trabajo no se le dio muy bien. De hecho, solo vendió dos máquinas. Mi padre, ¡como no!, arrimó el hombro, y el billetero, y compró una de las máquinas. Las otras almas cándidas que adquirieron una máquina fueron mis tías de Tarrasa, Emilia y Esperanza. Las máquinas eran buenas y cumplían su cometido de purificar el agua, de hecho, la que tenemos en casa funciona perfectamente. Sin embargo, mi hermana sospechaba que detrás de ese negocio, poco lucrativo para los empleados, se escondía una estafa piramidal. Esa sospecha, unido a que no le gustaba el trabajo, hizo que mi hermana pusiese pies en polvorosa.
Pasaba el tiempo y mi hermana no encontraba trabajo. Seguía desempleada y le quedaba poco para estar incluida en el grupo de desempleados de larga duración. Además, se le iba a terminar el derecho a recibir la prestación por desempleo.
Se apuntó a uno de esos cursos que ofrece el Instituto Nacional de Empleo a trabajadores en paro. Era un curso sobre marketing digital, tema completamente novedoso para mi hermana. Pero como siempre hace con todo, ella puso mucho interés en el curso y adquirió muchos conocimientos. Y lo que es el destino, le surgió un trabajo de “lo suyo”, como diría mi padre.
Pero de “lo suyo” en relación a su nueva pasión, el marketing digital. Así, en septiembre de 2015, empezó a trabajar en una empresa llamada “Opt Media Marketing”. De su paso por esa empresa recuerda con especial cariño a dos personas que conoció como clientes. Uno era Luis López Burbano, un excelente cirujano plástico de Zaragoza y un orgullosísimo abuelo de, nada más y nada menos, que seis nietos. Y el otro era Javier Lardiés, un gran empresario y un incansable buscador de ideas nuevas para no aburrirse.
En enero de 2017, mi hermana decidió dejar la empresa “Opt Media Marketing” debido a diferencias irreconciliables que surgieron con la dirección del negocio en la manera en que se gestionaba el servicio al cliente.
Fue entonces cuando Diego G. y Bryan G., los hijos de Julián G. que era el antiguo jefe de mi hermana Patricia, propusieron a mi hermana entrar a trabajar en “Sock Data Business”. Allí coincidió con Dan, antiguo compañero de Opt Media, una persona que, sin saberlo en aquel entonces, iba a tener mucha importancia en la vida de mi hermana Irene. Mi hermana Irene estaba muy ilusionada con ese proyecto. Desde marzo de 2017, mi hermana trabaja allí como jefa de proyectos de marketing digital. ¡Quién le iba a decir a mi hermana Irene que iba a pasar de ser administrativa y contable a ser una experta en temas de Internet y similares!
El destino estaba prefijado. Y no sólo el destino profesional, sino también el destino del corazón. Y Dan R. se convirtió en la pareja sentimental de mi hermana Irene. Su historia de amor comenzó a ciegas. Y es que él estaba en Murcia y mi hermana en Zaragoza. La distancia entre los dos hacía que los temas en relación a la empresa que estaba emergiendo tuviesen que ser tratados vía telefónica.
Cada vez las llamadas eran más frecuentes. Y cada vez las llamadas eran más largas. Y pasaron de tratar temas específicamente profesionales a tratar temas más personales. Poco a poco el amor fue floreciendo. En agosto de 2017, Dan decidió venir a vivir a Zaragoza para estar más cerca de mi hermana. Desde entonces mi hermana y él no se han separado.
A mi padre le hacía mucha gracia que entre ellos se llamasen “churris”. De tanto “churri” para arriba y “churri” para abajo, mi padre acabó llamándoles también así.
Dan ayudó mucho a mi hermana cuando mi padre falleció. Mi padre y Dan se profesaban admiración y respeto mutuo. Mi padre alababa las dotes informáticas y habilidades culinarias de Dan. A menudo mi padre le decía bromeando que le iba a habilitar una habitación en nuestra casa para que se quedase a vivir con nosotros y, de paso, nos cocinase sus riquísimas recetas. A mi padre también le maravillaba lo bien que hablaba el español siendo que era rumano.
También mi padre solía recordarle a Dan que su nombre tenía historia y que según las escrituras sagradas de las religiones judía y cristiana Dan era uno de los doce hijos de Jacob, que a su vez era hijo de Isaac y Nieto de Abraham. Los doce hijos de Jacob eran: Benjamín, Simeón, Leví, Rubén, Aser, Judá, Isacar, Zabulón, Dan, Neftalí, Gad y José. Cada uno de ellos formaron las doce tribus de Israel que se repartieron la Tierra Prometida después de cruzar el Mar Rojo. ¡Mi padre siempre dando alguna lección de cultura general!
A mi hermana y a Dan les gusta mucho la naturaleza y descubrir nuevos lugares. Están ahorrando para poder hacer realidad su sueño de tener una casita en la naturaleza. Quizás en algún pueblecito del pirineo aragonés. Una casa que, aunque sea pequeñita tenga una gran cocina para que el “churri” pueda cocinar y un pequeño huertecito para cultivar patatas y lo que se preste.