El Gran Pakitín y sus costumbres (continuación)
En mi casa siempre hemos escuchado la radio (o, como la llamaba mi padre bromeando, la “aradio” o el “transistor” ). Era toda una tradición. Mi padre, mi madre y yo teníamos cada uno una radio convencional portátil, de las de siempre, con botón giratorio para cambiar de emisora y con botón giratorio para regular el volumen. Mi padre tenía además una radio digital portátil de color blanco, con unos pequeños auriculares también blancos. Con esa radio escuchaba las noticias y los partidos de fútbol y baloncesto en su emisora preferida, EsRadio.
Seguía, como no, a Federico Jiménez Losantos. Cada día, de lunes a viernes, a las 6 de la mañana, Federico Jiménez Losantos irrumpía en las ondas con su programa, “Es La Mañana de Federico”, a ritmo de “Suspiros de España” (un aliciente más para que lo escuchase mi padre). El gran talento de ese locutor para relacionar el tiempo atmosférico con las noticias de actualidad y su insuperable, viperino y corrosivo ingenio a la hora de inventar motes para sus enemigos nos tenía a mi padre y mi enganchados a las ondas ¡Cómo nos reíamos con los motes que ponía¡ ¡No dejaba títere con cabeza! Los preferidos de mi padre eran:
Entre los motes del mundo político :
- Pedro Sánchez: Falconetti, Plurisanchez, Doctor cum Fraude, Matón de discoteca
- José Luis Rodríguez Zapatero: zETAp, Zetapasuna, Chacha de Chirac, Zapaterucho.
- El PSOE : La PSOE
- La Moncloa: La Moncloaca
- Jordi Puyol : Pujolone, Iguana epiléptica, Yoda malo, Pujolone de los Corleone
- Carlos Puigdemont: Cocomocho, Cocoliso, Vileda I de Cataluña, Fregonet
- Oriol Junquera: Oriol Lloriqueras, Bubu, Hodor Catalan
- Pablo Iglesias: El Coletas, El Marqués de Galapagar, Pablenin, el Sacamantecas de Vallecas, Koleta Borroka, «el Lenin de La Complu»
- Mariano Rajoy: Maricomplejines, Don Vagancio, Plasmarote, Prudencio Galbana, El Ausente, Estafermo, Mansazo
- Soraya Sáenz de Santamaría: Bolita de Azufre, cat, Soraya Cebrián de Santamaría, Soraya Sáenz de la Guillotina, Niña asesina, Lady Macbeth, la ratita presumida
- Sede del PP: Génova 13, rue del percebe imputado
Entre los motes de la realeza:
- Felipe VII: Tigrekan I de Mongolia
- Rey Juan Carlos: Campechano I
- Infanta Cristina: Marnie la Ladrona
- Urdangarin: Hurtangarin
- Urdangarin y Cristina: Bonnie y Clyde
- Constantino de Grecia: Langostino de Grecia
Entre los motes de deportistas:
- Lopetegui: Piketegui
- Iker Casillas: Caciker
- Sergio Ramos: Tarjeta Ramos, Caballo Loco
Entre los motes del mundo periodístico:
- Antonio García Ferreras: Gorilas en la niebla.
- EL Gran Wyoming: Don piso.
- Paco González: El Dioni de las ondas
- La tertulia de Iñaki Gabilondo: El orfeón donostiarra
- La cadena COPE: La SER 2
- Periódico El País: La Pravda, Diario de la mañana amañada
Por las noches, a partir de las 23:00, mi padre volvía a coger su radio portátil digital y sus auriculares y escuchaba, en esta ocasión, al periodista Juanma Rodríguez en el programa deportivo “El Primer Palo” de la emisora EsRadio. Yo también escuchaba el programa desde mi habitación. Si mi padre estaba en su despacho con los cascos yo le decía en alto :¿Has escuchado lo que acaba de decir Juanma?. Y los dos nos reíamos porque este presentador tenía unas ocurrencias divertidísimas. Mi padre decía que escuchar a Juanma Rodríguez después que el Real Madrid perdiese algún partido era como
“un bálsamo curativo para las heridas”
Aunque nuestro equipo hubiese perdido, el locutor lo comentaba de tal forma que parecía que era positivo que el Real Madrid no hubiese ganado o incluso daba la sensación que no había perdido.
Mi padre cuidaba mucho todas las cosas que pasaban por sus manos, fuesen suyas o no. El que no se tratasen las cosas con cuidado le enojaba. Consideraba que todas las cosas eran valiosas independientemente de lo que costasen. Él estaba convencido que, tratando bien las cosas, esas mismas cosas se podían transmitir de generación en generación. Cuando nos dejaba algo siempre decía:
“Guardadlo como oro en paño”
“Conservadlo entre algodones”
y añadía:
“¡Qué es de Huelva¡ ¿eh?”
es decir, que se lo devolviésemos, y a ser posible, en el mismo estado. Y si rompíamos lo que nos había dejado, sentenciaba:
“Quién rompe, paga y se lleva los trastos a su casa”
Si algo estaba o era muy delicado decía:
“Está de mírame y no me toques”
y añadía:
“¡Cuidado con las pezuñas y las manazas¡”
insistiendo, de esta forma, en que tratásemos las cosas con mucho cuidado.
Otra costumbre, y a la vez tradición, era la de dormir la siesta. A mí padre le encantaba echarse una siesta donde fuera y en el momento que fuera. Le encantaba echarse la “siesta del carnero”, esa cabezadita antes de comer, y le sentaba de maravilla. Cuando se había echado una buena siesta decía que se había echado
“una siesta de pijama y orinal”
Tenía facilidad para quedarse dormido enseguida en cualquier sillón, silla o similar. Cabezadas breves pero profundas. Su padre, el abuelo Paco, también se quedaba dormido, erguido como un palo de escoba, en cualquier silla. Y mi padre siguió sus pasos. Mi padre se quedaba dormido, por ejemplo, en la silla de la sala de espera de un médico o en la silla de la cocina, y nosotros le decíamos :
“¡Papi que te has quedado dormido”
y él sobresaltado abría los ojos y decía:
“¡Ay, si es verdad!, ¡Qué cabezadita más buena me acabo de echar!”
Cuando se levantaba de una siesta, o de haber dormido toda la noche, siempre emitía unos ruidos muy graciosos. Creo que hacía esos ruidos para que supiésemos que ya se había levantado. Yo por eso yo le llamaba de forma cariñosa “Nenuco Ruiditos”.
Era costumbre que, cuando mis hermanos y yo llegábamos a casa y no llevábamos las llaves, llamábamos al timbre de la puerta de casa y mi padre nos decía a través de la puerta:
“Enseñad la patita”
como en el cuento de “Los 7 cabritillos”. Entonces, nosotros elevábamos un poco la pierna para que él la viese a través de la rendija que dejaba al mantener la puerta entornada. No abría la puerta por completo hasta que no se cercioraba que esas “patitas” que avistaba eran conocidas y entonces nos dejaba entrar a casa y nos daba un beso en la mejilla a cada uno.
En la cocina, detrás de la puerta, tenemos un calendario, con hojas grandes y números grandes. Mi madre lo quería así para poder ver bien los números debido a sus problemas de visión. El calendario nos lo solía proporcionar José María O., un amigo de mi padre. Eran calendarios santorales y lunares. Nos informaban de la onomásticas y nos informaban de las fases de la luna de cada mes, lo cual era muy importante para mi madre.
Mi madre estaba segura de que la luna llena afectaba al ánimo de las personas y aceleraba los partos. Y así, si un día se encontraba alterada nos decía: “Mirad en el calendario si hoy es luna llena ” y si se lo confirmábamos, ella ya estaba tranquila porque sabía que la razón de que estuviese alterada era que había luna llena. Del mismos modo si alguien que conocíamos había dado a luz y se le había adelantado el parto, nos decía que mirásemos si el día del parto había habido luna llena. Pero el calendario lo utilizábamos básicamente para apuntar los días de las citas con los médicos. Siempre apuntábamos allí la fecha y hora para no olvidarnos. Mi padre por si acaso, también tenía en su despacho otro calendario para apuntar, exclusivamente, sus citas médicas.
Decía mi padre que todo aquél que entraba en la casa de un Pérez, primer apellido de su madre Teresa, salía con un mote. Y era cierto. ¡Qué facilidad tenían para endosar motes! Y mi padre heredó esa tradición. Y tanto ponía motes, como se inventaba los nombre de las personas. Yo estuve saliendo durante una temporada con un chico que se llamaba Luis, pues bien, mi padre lo llamaba Alfonso. Y con Alfonso se quedó. Un jefe que tuve se apellidaba Martínez y mi padre siempre le llamó Velasco. La ATS que le solía sacar sangre para sus analíticas en el centro de médico de la calle Félix Latassa se llamaba Paula y mi padre siempre la llamó Marta. Y así con un sinfín de nombres.
Mi padre era muy buen pagador. Solía decir que
“a buen pagador no le duelen prendas”
Esta frase engloba muchos valores que mi padre siempre siguió y llevó a la práctica a lo largo de su vida. Y es que esta frase, en su superficie, significa que cuando una persona está dispuesta a asumir los compromisos de pago adquiridos, siempre ofrece garantías a sus acreedores. Pero, en el fondo, esta frase indica que la responsabilidad y el compromiso están por encima del individualismo, de la codicia y de la procrastinación.
La diligencia también forma parte de la ecuación. El buen pagador será diligente en encontrar y disponer de los recursos necesarios para pagar su deuda. Implica también capacidad de previsión e inteligencia para el aprovechamiento de los recursos. Aquellas personas que son honestas en sus cuentas y están dispuestas a cumplir con las deudas adquiridas, ofrecen garantías a sus acreedores, con lo que salvan la relación y su honra personal. Y así era mi padre.
Yo solía tener alguna deudilla monetaria con mi padre, y él la tenía correctamente registrada en una libreta. Cada vez que yo le pagaba, hacía el oportuno apunte y me decía :
“ ¿A qué te has quitado un peso de encima?. Ya sabes, que el que paga descansa y el que cobra más”
Si por ejemplo yo le pagaba más de lo que debía lo apuntaba como una entrega a cuenta realizada por mi y me decía de broma:
“Ves Moniquilla como lo llevo todo muy bien apuntadito”
Si le debía yo un importe con centimillos, bromeaba y me decía por ejemplo:
“Venga, que te perdono los treinta y cinco céntimos”
A veces el cogía algunas monedas de mi hucha con forma de cerdito y entonces lo descontaba de la deuda que tenía con él. Era buen pagador y mejor cobrador. Cuando le iba pagar y se acercaba, me decía con gracejo:
¡Qué viene el cobrador del frack!